domingo, 5 de junio de 2011

XXVI Encuentro Metropolitano de Danza Contemporánea 27/05/2011

Collete: un cajón revuelto  C: Judith Téllez. B: Judith Téllez. M: Ángel Sánchez Borges, Seekers who are lovers, Japan y Enrique Camacho. T: Basados en el cuento de Jane Bowles. Vt: Radha Murillo. Vi: The happy designers

Después del intermedio, y con grandes expectativas, aparece en escena este proyecto de Arte Móvil Danza Clan. Este es uno de los pocos proyectos en la danza de esta ciudad que suele dejarme un muy buen sabor de boca. Una de las razones más importantes por las que esto sucede, es que, el Clan, es consciente que existe una audiencia, piensa en el espectador y lo involucra con lo que está desarrollándose en escena. Exige un reto para el espectador, te pone alerta, consciente. En particular, Collete, te sitúa en un mundo fantástico repleto de realidades. Te permite interpretar y disfrutar tus pensamientos mientras la historia se desarrolla. La coreógrafa e intérprete de esta obra no se anda con rodeos, es directa y contundente; fija elementos, puntos de referencia, hitos y además; siempre involucra artistas de otras disciplinas a complementar su proyecto. Me gusta hablar de estructuras ya que solo el entendimiento de estas nos permite alterarlas. Estructuras mentales, espirituales y corporales que llegan a un nivel claro de exposición, son las que vemos deformadas, alteradas y situadas en un indeterminado espacio-tiempo por la autora. Lograr esto, obviamente, no es tarea fácil. Se requiere de una gran voluntad y un esfuerzo constante. El espectador siempre apreciará más las obras a las que se somete si el creador concientiza dichos elementos; también el espectador, por lo tanto, está comprometido con la investigación, la exploración y el entendimiento de diversos lenguajes artísticos que desemboquen (correctamente, en este caso) en una propuesta escénica. Pero del espectador hablaré más adelante en otra sección. Sin lugar a dudas, Collete: un cajón revuelto, permite al espectador regocijarse con el tiempo, la mente y el espíritu. Es de estas pocas obras que modifican tu estructura de pensamiento y te obligan a la investigación. Al salir del teatro, buscas ansioso respuestas; el movimiento ha cumplido su objetivo. Collete, Bowles y Téllez se han fusionado en un solo ser, que descargan en un gato inanimado (al que se lleva el viento), la fuerza de las costumbres, el poder de los hábitos y la constante repetición histórica en la condición humana. Los movimientos de la intérprete son claros y novedosos; no hay necesidad de aprobación ni de reconocimiento. La fuerza física y la energía que emana en el escenario es más que suficiente para llenar, ella sola, el enorme espacio del Teatro de la ciudad.

Se agradece la selección musical, que aunque raya en los límites del "collage" sonoro, es consistente con la evolución de la historia. Que difícil materia la selección musical para la danza, y aquí, la mezcla de compositores no demerita, en absoluto, el buen desarrollo de la escena. Hay pausas y hay silencios. Todo diseño sonoro debe incluir estos elementos. Se genera suspenso y sorpresa. Y la sorpresa debe ser, tal vez, la característica más relevante en términos artísticos. Salvo Japan, las otras tres músicas son desarrolladas por artistas de la ciudad, lo que revela una vez más, el compromiso de la autora por generar movimiento no solo en el escenario. Hablando de sonido, la voz de los textos es perfectible. También para recitar, declamar, leer o grabar una voz; se requiere de cierta destreza y compromiso. Algo que afecta mucho a los actores contemporáneos es precisamente, la forma en que interpretan sus lineas. Y definitivamente, esto es algo muy importante para generar una sensación de realidad en el escucha. Al escuchar frases sin convicción sobre lo que se dice; es muy difícil que el espectador pueda empatizar con la emoción que se pretende transmitir. Y por otro lado. en los textos recitados por la intérprete, digo que carece de relevancia juzgar sobre si se entiende, sobre si escucha bajo, sobre si el uso del inglés, u otros comentarios que he escuchado en otras críticas. Lo que se pretende transmitir en ese momento de la obra, es claro.

El vestuario (crédito que no aparece en el programa de mano) me parece simplemente sobrecogedor. La forma en que este diseño textil interactúa con la bailarina es exquisito; pareciera que los pasos de danza emanaban de las prendas. Una gran elección y un elemento altamente poderoso en esta coreografía.

Rematar la velada con estas imágenes felinas es también un acierto; no sé si fue mi percepción, pero las vi un poco oscuras; aunque realmente eso da igual, no me elimina la simpatía y el buen estado anímico que dejaron en mi mente volviendo a casa.

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