domingo, 5 de junio de 2011

Danza en la Plaza

El formato de Danza en la plaza es sumamente interesante. Pasan dos cosas muy particulares: la congregación de gente que no va a ver danza a los teatros y la desaparición de la gente que siempre está en la danza presentada en teatros. Esto, indudablemente, afecta al bailarín ya que se siente sumamente desprotegido. No tiene a sus técnicos, sus luces o su público de siempre. Es sumamente interesante sacar de esa molécula engañosa que es el teatro a la danza y sumergirla en el accidente urbano. Las perspectivas sobre la ejecución, los contenidos, el desarrollo y la estética de la pieza; son diametralmente opuestas. En particular, una muy buena iniciativa urbana que año con año guía Wendy Alencaster en la Plaza Hidalgo. Sin embargo, los formatos, son exactamente igual que en los teatros. La unión de interpretaciones al azar, las coreografías "express", los "collage sonoros", etc; se repiten de igual forma. Tal vez la Plaza Hidalgo no esté lista para presentar una función de larga duración. Dotar al público, de una hora seguida de atención sin rifas, encuestas, ejercicios sociales y pensamientos positivos y profundos, podría resultar un desastre. Los edificios aledaños se desplomarían de aburrimiento. ¿Cómo guiar a este espectador hacia esa posibilidad? Primero que nada, los coreógrafos y bailarines deben darle más crédito a este público "plaza-noteatro" y arriesgarse a presentar propuestas un poco más fuertes en contenido y plástica. Claro, esto genera una responsabilidad aun mayor en bailarines y coreógrafos, por que además de ser un entertainment, también se convierten en comunicadores, y de la comunicación que logren con el espectador no acostumbrado al recinto teatral, dependerá, en gran medida, el desarrollo de la sociedad. Así como en los teatros observamos a los artistas, intelectuales, estudiantes y críticos; en las plazas nos enfrentamos a un público diferente. El público de la casualidad y no el público esperado. Esto es realmente positivo para la construcción de nuevas células sociales; los encuentros y los accidentes urbanos son los que forman la historia. En dado caso, más que la que se forma en un recinto teatral.

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