Esta probablemente se vuelva la entrada más larga de todas las publicadas hasta el momento, por lo siguiente: El programa de mano contiene 4 piezas coreográficas. Teoría de gravedad al extremo. "Ya que tenemos un teatro, atasquémonos". -Y hay algo muy interesante en esto. Son tan pocas presentaciones, tan pocos espacios, tan poco público que sigue la danza; que los autores sienten que deben aprovechar cualquier ocasión para presentar lo más que se pueda de su trabajo. Es como los grupos de rock, que en festivales donde comparten escenario no quieren bajarse nunca y siguen tocando hasta que llega el otro grupo y los saca a patadas. Todos quieren tocar, todos quieren estar en el escenario la mayor cantidad de tiempo posible; pues este es su alimento. Y ante este "exceso" de Teoría de gravedad, no nos queda más que regocijarnos con ellos y disfrutar el "atasque". Ahora bien: las coreografías.
"Paraíso Perdido" C: Ruby Gámez. M: Max Ritcher, Knife y Murcof. E: Mauricio Salas. B: Rosario Rivadeneyra, Erik Elizondo, Aurora Buensuceso y Ruby Gaméz.
A pesar de que la iluminación no tiene crédito en esta pieza, la forma en que los tonos de luz, sombras y elementos luminosos se conjugan al empezar la obra, hace que se logre un efecto inmediato que sucede en toda pieza artística: "el gancho". Solo estos elementos ya nos sitúan en un mundo en el que apetece estar. La ilusión del teatro tiene estas cualidades fantásticas que en seguida comienzan a acariciar nuestro inconsciente y nos remontan a tiempos inmemoriales. A diferencia del cine o la literatura, la danza pocas veces plantea (salvo en ballet u obras específicas) la importancia del tiempo y del espacio. ¿Dónde y en qué época estamos en una coreografías "express", por ejemplo? No hay. No existe. No importa. Es interesante cuando la Danza se plantea en términos cinematográficos; es decir, se pueden apreciar fotografías en el escenario y esto es una forma de acercarse al ojo de espectador. Y los vestuarios nos remontan a un país lejano, la luz a espacios cósmicos, los sonidos a épocas remotas y oscuras y los movimientos de los cuerpos son simples paseos por este espacio-tiempo, por esta fotografía. Por fin, (sucede poco) logré olvidarme de los bailarines y contemplar el todo de la escena. Una escena, a mi modo de ver, muy relajante. Un agradable paseo por el inconsciente; lugar, que en el arte florece espontáneamente cuando se logra equilibrar el pensamiento con el instinto. Dicho todo esto, solo me queda confesar que los arbolitos luminosos me parecieron un poco cursis, quizás los mismos foquitos, pero sin árbol ni suelo, como una especie de escultura luminosa, me hubiese llevado más lejos en el espacio/tiempo; aunque sé que esto es solo una expresión de gusto.
(Faltan tres piezas)
"Paraíso Perdido" C: Ruby Gámez. M: Max Ritcher, Knife y Murcof. E: Mauricio Salas. B: Rosario Rivadeneyra, Erik Elizondo, Aurora Buensuceso y Ruby Gaméz.
A pesar de que la iluminación no tiene crédito en esta pieza, la forma en que los tonos de luz, sombras y elementos luminosos se conjugan al empezar la obra, hace que se logre un efecto inmediato que sucede en toda pieza artística: "el gancho". Solo estos elementos ya nos sitúan en un mundo en el que apetece estar. La ilusión del teatro tiene estas cualidades fantásticas que en seguida comienzan a acariciar nuestro inconsciente y nos remontan a tiempos inmemoriales. A diferencia del cine o la literatura, la danza pocas veces plantea (salvo en ballet u obras específicas) la importancia del tiempo y del espacio. ¿Dónde y en qué época estamos en una coreografías "express", por ejemplo? No hay. No existe. No importa. Es interesante cuando la Danza se plantea en términos cinematográficos; es decir, se pueden apreciar fotografías en el escenario y esto es una forma de acercarse al ojo de espectador. Y los vestuarios nos remontan a un país lejano, la luz a espacios cósmicos, los sonidos a épocas remotas y oscuras y los movimientos de los cuerpos son simples paseos por este espacio-tiempo, por esta fotografía. Por fin, (sucede poco) logré olvidarme de los bailarines y contemplar el todo de la escena. Una escena, a mi modo de ver, muy relajante. Un agradable paseo por el inconsciente; lugar, que en el arte florece espontáneamente cuando se logra equilibrar el pensamiento con el instinto. Dicho todo esto, solo me queda confesar que los arbolitos luminosos me parecieron un poco cursis, quizás los mismos foquitos, pero sin árbol ni suelo, como una especie de escultura luminosa, me hubiese llevado más lejos en el espacio/tiempo; aunque sé que esto es solo una expresión de gusto.
(Faltan tres piezas)
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